Los días de una vida son el transcurso de unas habitaciones.
Sí, lo sé, está muy visto, pero no por ello es menos cierto, ¿no?. Alguno pueden pasar de habitación en habitación como el quien duerme en el metro a las 7 de la mañana, sin peso sobre sus hombros, y les envidio, y me entristezco por ellos. La vida es un transcurso de habitaciones donde nosotros solo elegimos la puerta por donde vamos a escapar, porque nunca salimos, siempre huimos, por patas o de cabezas.
Nos molestan las colas, porque nos retienen en un sitio donde no queremos estar, solo pasar. Nos molesta esperar porque no queremos conocer más, no queremos saber más. Solo estamos de paso, son dos días, y uno lo malgastamos en andar y enamorarnos.
Sí, lo sé, está muy visto, pero no por ello es menos cierto, ¿no?. Alguno pueden pasar de habitación en habitación como el quien duerme en el metro a las 7 de la mañana, sin peso sobre sus hombros, y les envidio, y me entristezco por ellos. La vida es un transcurso de habitaciones donde nosotros solo elegimos la puerta por donde vamos a escapar, porque nunca salimos, siempre huimos, por patas o de cabezas.
Nos molestan las colas, porque nos retienen en un sitio donde no queremos estar, solo pasar. Nos molesta esperar porque no queremos conocer más, no queremos saber más. Solo estamos de paso, son dos días, y uno lo malgastamos en andar y enamorarnos.
Habitaciones, de todos los colores y gustos, salas de esperas como para postoperatorio, un símil de un hospital o de un matadero me sirve, la muerte no es la conclusión de la vida.
Pasamos por las habitaciones, a veces sin decir "hola", nunca sin decir hasta luego. Una habitación por persona, con su cama, y su cómoda para guardar sus secretos. Hay quienes duermen juntos en la misma habitación, pero nunca ven la cómoda del otro, otros ven tanto la cómoda que necesitan salir corriendo. Son salas en las que estar, pero nunca conocerse.
Cuántas personas conoces realmente. Sabes lo qué le hace reír, llorar, porque miente o finge, cual es su sueño, su pesadilla, qué es lo que le hace retorcerse de auténtico placer entre las sábanas. Si, siquiera nos conocemos a nosotros mismos, y perdemos el tiempo en explorar otros planetas cuando no somos capaces de reconocernos en nuestros actos más cotidianos.
¿En cuántas habitaciones te has parado hoy?
Pasamos por las habitaciones, a veces sin decir "hola", nunca sin decir hasta luego. Una habitación por persona, con su cama, y su cómoda para guardar sus secretos. Hay quienes duermen juntos en la misma habitación, pero nunca ven la cómoda del otro, otros ven tanto la cómoda que necesitan salir corriendo. Son salas en las que estar, pero nunca conocerse.
Cuántas personas conoces realmente. Sabes lo qué le hace reír, llorar, porque miente o finge, cual es su sueño, su pesadilla, qué es lo que le hace retorcerse de auténtico placer entre las sábanas. Si, siquiera nos conocemos a nosotros mismos, y perdemos el tiempo en explorar otros planetas cuando no somos capaces de reconocernos en nuestros actos más cotidianos.
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