De lo ancho que este mundo, y de lo estrecho que me pareció allí en África.
De lo feo que lo veo ahora todo, y de lo sucio que lo dejé todo atrás.
Puedo sentarme con mis hijos a contarle historias.
De aquel guerrillero que nos dejó en Bolivia.
Esperando a que haga
lo que yo nunca fui capaz de hacer estos años.
Solo tengo dos manos, y dos piernas, como los demás.
Puedo buscar el amor, la felicidad, y calmarme solo en un cuerpo,
desahogarme, llorar y reír, en un sola mujer.
Y así, nunca ser feliz.
Por poder decir, mentiré,
verdades como puños,
amores verdaderos,
y viajes al otro lado del mundo,
y así es como me siento.
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