31 enero 2008

Miserables

31 enero 2008
Jean Valjean, tú, miserable, que en todos tus años son una rutina de huida de la sombra del aciago pasado, huyes de la ley, de la razón, de Javert. Huyes, y mientes, te escondes, y esperas, hasta que este oficial recto te vuelve a encontrar, y otra vez huyes, y mientes, y esperas.

Cubres con tu mentira a tu hija, llamándola así después de haber dejado morir a su madre sin pelo como una repudiada, olvidándote del perdón que recibiste, de la segunda oportunidad, pobre Cossette que desconoce la verdad de Jean, pobre Cossette que está enamorada de un niñato futuro abogado que rechazó a su padre, un noble de Napoleón, en su muerte, rebelde y sin causa, aun más pobre Cossette que nunca conoció a su madre.

Jean Valjean es un prófugo de la justicia, es el romanticismo empalagoso, los restos de coque en un motor de explosión, es lo dañino de la razón, es el corazón, un hombre con tantos delitos como virtudes empañadas por la mentira de años acumulados siendo el que no es. Javert, es lo perfecto, lo recto, lo exacto, ni más ni menos, la regla, a lo que todos tenemos que ceñirnos, es este hombre el que persigue la mentira de Jean Valjean, lo atrapa, pero por la incompetencia de sus compañeros, se escurre entre los dedos, años persiguiéndole no ha tiznado su hoja, es la justicia nacida hombre.

Miserables son todos, Marius, ese estudiante de la vida, enamoradizo de las ideas revolucionaria, que rechaza a su familia, que encandila a las mujeres dando sus vidas por él, no conoce la mentira de Jean Valjean, pero su fobia a la familia, especialmente a los padres, aparta, arrastra, y contamina la relación de Cossette, hija inocente de todo hasta este momento que se pone el abrigo de una miserable, con su padre adoptivo, que mentira tras mentira pudo sacarla de ese pozo ciego de sufrimiento y hacerla feliz por motivos.

Javert y Jean, Jean y Javert, son dos caras, pero de la misma moneda, Jean es el nuevo viento de finales de s.XIX, asustado, arrollador, sentimental, visceral, y Javert, solo es el viento clásico y estructurado que tiene sus días contados, como en las últimas páginas del libro, se retira comprobándose su inutilidad ante ese vendaval, sus días de glorias pasado, y su decadencia por al intoxicación de este viento tormentoso que afectará a las letras, poetas especialmente.

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