Por la niña de Rajoy. Así podía resumir mi voto.
Esta inocente niña, vive en un país roto, por las elecciones y el bipartidismo, y porque no, el corazoncito que tienen que tener algunos políticos para aparentar que son más humanos.
Yo sigo pensando en esta niña, por su futuro incierto con tantas mafias, mala gente de otro país o también llamados inmigrantes, su educación condicionada por esa asignatura que borra los valores tradicionales, e intenta implantar unos valores ajenos a cualquiera familia de bien.
Esta inocente niña, vive en un país roto, por las elecciones y el bipartidismo, y porque no, el corazoncito que tienen que tener algunos políticos para aparentar que son más humanos.
Yo sigo pensando en esta niña, por su futuro incierto con tantas mafias, mala gente de otro país o también llamados inmigrantes, su educación condicionada por esa asignatura que borra los valores tradicionales, e intenta implantar unos valores ajenos a cualquiera familia de bien.
Qué sera de esta niña, qué será de este pobre país. Con tantos parados, sin árboles ni zonas donde repoblar por tantos chaletazos ilegales.
Como un recuerdo añejo, me viene a la memoria otra niña, seguro que más feliz y sin este comprometido futuro, la solían llamar Carmencita Franco. Esos, eran otros tiempos de prosperidad y cultura, buenas costumbres, y saber estar.
Ahora que son las "Jornadas de puertas abiertas" en mi amada universidad, veo pasar muchos chavales jóvenes, muchas inocentes muchachas, como en su día fue Carmencita, deseosos de empezar una nueva vida lejos de sus padres, en un piso o residencia, conocer los jueves, fiesta, y al fin, desmadrase entre tanto sexo lascivo y el mal vino, y España, se rompe. Y ahora lo entiendo, lo comprendo con meridiana sensatez, la Niña de Rajoy, lo hemos sido todos. Ante la incertidumbre, la nueva ventana, esos nubarrones, el desamor, esos terribles suspensos en septiembre.
La Niña de Rajoy, o Rajoydi, ante una familia en la que dos son padres, o dos madres, donde ve manifestarse curas no en las iglesias si no en las calles, nos cobran por el pan un céntimos más cada día, y la vivienda es más barata en los arcos del puente. Pues sí, comprendo a Rajoy, la pobre niña tiene que estar hasta los huevos de tanta demagogia y puterío político...
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