Recuerdo en casa de mis abuelos jugando con la Atari 5200 de mi primo, ahora me da risa verla mover esos píxeles penosos de una rana o un espectro que intenta parecer una persona, pero tardes entera pasé yo frente a la tele siguiendo esos píxeles grotescos como si me fuera la vida en ellos. No tengo buena memoria para acordarme de los nombres de los juegos, pero aquí comenzó un bonita relación, que con sus altos y bajos, aún perdura.
Luego de la Atari, vendría la YES, o NES de los chinos, la copia barata de Nintendo que vendía en el antiguo Continente, mi verdadera consola aunque fue un regalo de mi madre principalmente a mi hermana, pero que no impidió que yo fuera su usuario habitual. Y es aquí cuando verdaderamente empecé a disfrutar los juegos Esta era la época virginal de los videojuegos, ni fanboys ni foros, ni revistas partidistas, era un trio perfecto, la santa trinidad: SEGA, Nintendo, y Atari ya con su fatiga crónica.
No sé si fue el primero, pero sí sé que fue el que más me gusto: Lemmings. Lo conocí con los primeros ordenadores personales, pero tenerlo en mi consola, para mi, fue un vicio. Nunca conseguí pasármelo, pero con mucho sufrimiento y quebraderos de cabeza conseguí superar, y salvar muchos roedores, donde muchos niveles donde otros fracasaron.
Jugué al Mario en todos sus papeles, incluso al Zelda, pero Kirby's Adventure fue el juego que más me gusto y que hoy en día busco algo que se le parezca en el fondo, con esa misma magia de antaño perdida ya entre tantas sagas remanías.
De Sega llegué a conocer y jugar lo justo y lo básico, lo que nos prestabamos los primos y los amigos, Sonic, que siempre me mareaba y siempre tenía que dejarlo, mi bizarro Mickel Jackson y su Moonwalker. Pero Eco The Dolphin consiguió que me interesara verdaderamente por el ingés, para poder enterarme algo del juego, y aunque mi nivel era, y es, muy básico conseguí a golpe de coletazo abanzar en ese oceano poco pacífico.
Posiblemente de este lustro de videojuegos nunca conseguí pasarme ningun juego, siquiera Mario Bross o Sonic, a excepción de Kirby, que me engatusó horas y horas. Y es curioso recordar que todos los juegos eran prestados, incluso las consolas. Y hoy en día me consagro cuando presto un juego a uno de mis hermanos. Todo cambia por lo que se ve.
Pasaría un buen tiempecillo hasta que yo decidiera cambiar mi plataforma YES, la NES de los chinos, por la Super Nintendo, también prestada. Empezaba la era de los 16 bits, con otros juegos clásicos que me marcaron. Pero eso ya es otra historia y ahora debería irme a estudiar.
Inspirado en un árticulo de Multimaniacos 2.0
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