Durante esta semana, en vez de estudiar, he estado leyendo la 5ª aventura de El Capitán Alatriste. Esta novela se desarrolla integramente en Madrid de 1627, creo recordar, con el telón de fondo de los principales autores del siglo de oro español: Lope de Vega, Góngora, Calderón de la Barca, y Qevedo, como actor habitual. Así, esta novela me parece que es la que tiene más anotaciones poéticas y de versos que describen el estado de ánimo de cada personaje o de la situación descrita. Recurso este ya empleado, en las anteriores pero que en ningún momento llegan a enturbiar la lectura entre los versos de Quevedo u otro autor.
La trama y el nudo que se desarrolla durante lo largo de la novela, en ese Madrid de poetas, es la relación que mantiene nuestro capitán con María de Castro, una bellísima actriz de los corrales de comedia, al mismo tiempo que otros grandes, y poderosos, caballeros también se encaprichan de ella.
La trama y el nudo que se desarrolla durante lo largo de la novela, en ese Madrid de poetas, es la relación que mantiene nuestro capitán con María de Castro, una bellísima actriz de los corrales de comedia, al mismo tiempo que otros grandes, y poderosos, caballeros también se encaprichan de ella.
Todo lo cual me propongo contar en esta nueva aventura, probando así que no hay locura a la que el hombre no llegue, abismo al que no se asome, y lance que el diablo no aproveche cuando hay mujer hermosa de por medio.
Arturo Pérez-Reverte escribe esta novela en la misma línea que el resto de las otras anteriores del capitán, manteniendo un lenguaje propio de la época pero comprensible incluso para adolescentes que desconocen esa realidad española. Su tamaño, en páginas, es parecido a las anteriores, a igual que los dibujos que gratamente acompañan a la novela, como un descanso donde relajar la mirada y darle dimensión a las palabras del escritor.
Su gran fallo, si no el único, es que tarde mucho en desarrollar la trama, elaborarla, para que en unas pocas páginas se desarrolle un final, previsible. Otra puntilla, es que se queda algunos flecos sin explicar, concretamente la relación de Íñigo Balboa con la menina Angélica Alquézar en sus paseos nocturnos, pero pudiéndose desarrollar en otras novelas posteriores, no es para darle importancia.
Pérez-Reverte ha conseguido que un personaje de ficción como es Alatriste tenga más de real que el propio imperio español, contando las cosas como deberían de ser, y que al final, fueron. Sin florituras ni galanterías, no es un héroe americano, menos un inglés, es tan solo un soldado de los tercios españoles que de vez en cuando mata por una bolsa, pero por eso, no es menos héroe.
Su gran fallo, si no el único, es que tarde mucho en desarrollar la trama, elaborarla, para que en unas pocas páginas se desarrolle un final, previsible. Otra puntilla, es que se queda algunos flecos sin explicar, concretamente la relación de Íñigo Balboa con la menina Angélica Alquézar en sus paseos nocturnos, pero pudiéndose desarrollar en otras novelas posteriores, no es para darle importancia.
Pérez-Reverte ha conseguido que un personaje de ficción como es Alatriste tenga más de real que el propio imperio español, contando las cosas como deberían de ser, y que al final, fueron. Sin florituras ni galanterías, no es un héroe americano, menos un inglés, es tan solo un soldado de los tercios españoles que de vez en cuando mata por una bolsa, pero por eso, no es menos héroe.
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