22 septiembre 2008

Sobre las tormentas

22 septiembre 2008
Un vecino de la parroquia de Moncelos, en la provincia de Lugo, se llevaba una gran sorpresa cuando, después de una tormenta que había afectado a toda la zona, vio que una de sus propiedades se encontraba completamente inundada... de pequeños peces y algas.

Esa tarde del jueves del pasado mes de septiembre había caído una fuerte tormenta en toda la provincia de Lugo. Jaime Fernández, vecino de la parroquia de Moncelos, preocupado por los posibles daños materiales que esta pudiese haber provocado en sus terrenos, coge una linterna y esa misma noche se dedica a comprobar el efecto de las lluvias en una explanada cercana a dónde se encuentra el invernadero.

Al acercarse, cual no sería su sorpresa al distinguir montones de pequeños peces y una especie de algas esparcidos por todo el terreno ...

"Al ver los peces lo primero que pensé es que me habían tirado basura en la finca, ya que está pegada a la carretera", comentaba Jaime, "Pero luego me di cuenta que en el suelo también había esas algas como las que se ven en los acuarios..."

Pocos días después del curioso acontecimiento, aún se podían apreciar algunos de los pececillos y algas que habían caído del cielo sobre una superficie de doscientos metros cuadrados, aunque los pájaros y gatos se hubiesen comido una gran mayoría. Nuestra primera impresión cuando la madre de Jaime narraba los hechos, era que algún pescador furtivo había sido sorprendido por la Guardia Civil cuando pescaba en el río, y para deshacerse de las pruebas del delito, las hubiese esparcido dentro de la finca. Pero esta hipótesis se vendría abajo al examinar alguno de los peces y comprobar que se trataba de "jureles", una especie de pez marino muy común en las rías gallegas. Además, como pudimos comprobar a continuación, en el río no crecía ese tipo de alga, y no había otro pez, más que las típicas truchas.

A lo largo de la historia, como demuestran numerosos testimonios orales y escritos, no sólo se ha visto llover agua, sino que a veces, para el asombro del

que lo presencia, se ven caer del cielo pequeños animales como: ranas, sapos, arañas, ratones, caracoles, escarabajos, gusanos o peces, como en esta ocasión.

En España, en regiones como Extremadura y Andalucía, después de una gran tormenta muchos pueblos han visto con frecuencia sus calles plagadas de ranas y peces, sobre todo en época de grandes lluvias como mayo y a finales de verano. La más espectacular ocurría en el año 1944 en San Vicente de Alcántara (Cáceres). Una tarde, una nube negra cubrió el cielo y empezó a caer agua y granizo. Los vecinos se apresuraron a refugiarse en sus casas, y al acabar la tormenta, observaron como el suelo estaba todo cubierto de unos sapos muy pequeños, del tamaño de una uña del pulgar. Los niños del pueblo, divertidos por el acontecimiento, empezaron a jugar a ver quien podía atrapar la mayor cantidad de batracios...

En algunos países, esta clase de fenómenos se producen con una periodicidad tan constante, que los habitantes del lugar esperan el acontecimiento a fin de sacarle provecho. Esto ocurre por ejemplo en Yoro (Honduras). Aquí, al comenzar la época de lluvias, se espera con ansia el llamado "chaparrón de peces" preparando todas las redes, cubos y otros recipientes para recoger los cientos de sardinas, que como cada año caerán del cielo.

También en Timbués (Argentina), se ha hecho muy popular un dicho entre la gente asegurando que "cuando el viento norte sopla sobre la laguna de Iberá, lloverán ranas."

La explicación más coherente que se puede formular ante este tipo de insólitos fenómenos, es que durante una tormenta se producen fuertes corrientes de viento y remolinos, a causa de las diferencias de temperatura existentes entre las distintas capas de aire. Estas corrientes serían capaces de arrastrar infinidad de pequeños objetos que van encontrando a su paso y elevarlos en el aire, como por ejemplo las ranas de una charca o los peces más pequeños de un río. Una vez que el viento va perdiendo fuerza, los animales caen con la lluvia a muchos kilómetros de distancia de su lugar de origen, provocando el asombro de todos aquellos que contemplan el hecho.

La segunda hipótesis, aportada por el investigador Charles Fort a principios de siglo, es poco aceptada entre la mayoría de los investigadores: se trata de la "Teleportación".

Fort creía en una fuerza capaz de transportar objetos de un sitio a otro sin ningún haber recorrido alguno entre las dos distancias. Por su efecto, esa fuerza podría hacer desaparecer cualquier cuerpo, y hacerlo reaparecer en otro lugar.

En algunas ocasiones, se habla también de un acontecimiento similar a la lluvia de animales mucho más curioso y difícil de explicar: la lluvia de objetos.

La más antigua que nos consta, aparece en el Libro de Josué en la Biblia (concretamente en el capítulo 10, versículo 11), Aquí se narra como en el transcurso de una batalla entre amoritas e israelitas, Yavé habría provocado una lluvia de piedras afín de ayudar en la victoria a los hijos de Israel.

En crónicas y grabados antiguos se hace alusión a lluvia de otros objetos absurdos: en Sicilia, en el año 746 se habrían visto cruces cayendo del cielo, en la Edad Media se producirían lluvia de frutos, en Devonshire y Wansworth (Inglaterra), en Napa (California) , en Reading y Chester (Pensilvania) se cuenta que son frecuentes las tormentas de hielo en forma de bloques de gran diámetro, que al caer provocan grandes daños bien sea aplastando el ganado que se encuentra pastando en el campo o destrozando las viviendas.

Más increíbles son las lluvias de sangre que se habrían visto en el siglo XIX en París, Granada y Bristol, o la de trozos de carne de olor nauseabundo en Kentucky de 1876. Los habitantes de esas poblaciones, asustados, atribuyeron esos inusuales fenómenos a un castigo divino provocado por la decadencia moral de la humanidad...

A pesar de que este tipo de insólitos fenómenos parecen tan sólo leyendas o simples exageraciones por parte de algunos crédulos, lo cierto es que hay testimonios que se pueden considerar fiables, y casos de pequeños animales caídos del cielo, que como el de los peces en Lugo, pueden explicarse de manera racional. Aún así, no deja de ser un hecho de lo más curioso...
...

Hoy, como por falta de constumbre, llueve mientras hace sol.

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